EL CLIMA DE LA MEDIOCRIDAD
Publicado en el periódico "RESUMEN DE LA REGIÓN"
Alta Gracia, Córdoba - Septiembre, 2007
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Llegó .el día, los. cordobeses. tuvimos. la. oportunidad de. ejercer. nuestro derecho como ciudadanos de elegir a quienes nos van a gobernar, a quienes van a administrar nuestro dinero y conducir el destino de nuestra provincia y ciudades. No fue una elección fácil, tal vez la más complicada desde que retomamos el camino democrático en 1983, con demoras en la constitución y apertura de las mesas, ausencia de autoridades, falta de boletas y hasta escuelas donde se cerraron las puertas y se continuó votando por varias horas después.
Es verdad, se complicó todo, decenas de boletas diferentes, cientos de opciones, muchas listas para un mismo candidato, etc., y en la capital de la provincia se agregaba además la consulta popular por el agua y la opción de preferencia de autoridades municipales. Y como consecuencia obvia de todo esto, se demoró y complicó el escrutinio, la información llegaba a cuentagotas y tuvimos que esperar mucho más de lo habitual para conocer los resultados y autoridades electas.
Pero las demoras, la falta de boletas y toda la complejidad general que presentó el acto eleccionario no son responsables de la situación de sospecha que se ha sembrado. Este verdadero clima de mediocridad se ha generado por las acusaciones de quienes parecen no aceptar la derrota, denunciando un presunto complot o plan terrorífico para robarles la elección.
Es la conducta típica del mal perdedor, del que discute los resultados cuando no le son favorables, del que sospecha siempre de todo y de todos. Como dice el refrán, es también el comportamiento del que piensa que todos son de su condición.
Esta conducta de pretender contaminar los resultados de una elección, de mentir con la misma espontaneidad con que se respira, de acusar y teñir de fraude lo que no le beneficia, no perjudica a un candidato o partido, daña a la provincia toda y fundamentalmente al sistema democrático.
Resulta inadmisible que quien es vencido en las urnas pretenda luego con calumnias y sospechas obtener lo que no consiguió con los votos. Hay que tener mucha prudencia, porque la ponzoña que se inyecta con este tipo de conductas puede transformarse en algo mucho más grave aún, afectando la confianza, la tranquilidad y paz social.
Empujar a la sociedad a la desconfianza, a la sospecha, a descreer de todo daña esencialmente la estructura democrática. El egoísmo personal de algunos políticos, los apetitos desmedidos, las aspiraciones calumniosas y la indignidad manifiesta no debe ni puede confundirnos.
Nadie puede pensar que la democracia es esto, aunque algunos indirectamente quieran convencernos con sus sospechas infundadas. Lo dijo Platón, la democracia “es el peor de los buenos gobiernos, pero es el mejor entre los malos”.
Y no hay dudas, es democrático también aceptar la derrota. El clima de mediocridad que se ha instalado con todo este juego de acusaciones, movilizaciones e imputaciones sólo confirma la incapacidad de algunos de sobresalir por su ingenio, por sus virtudes o por sus obras. Tampoco por el voto.-
Es verdad, se complicó todo, decenas de boletas diferentes, cientos de opciones, muchas listas para un mismo candidato, etc., y en la capital de la provincia se agregaba además la consulta popular por el agua y la opción de preferencia de autoridades municipales. Y como consecuencia obvia de todo esto, se demoró y complicó el escrutinio, la información llegaba a cuentagotas y tuvimos que esperar mucho más de lo habitual para conocer los resultados y autoridades electas.
Pero las demoras, la falta de boletas y toda la complejidad general que presentó el acto eleccionario no son responsables de la situación de sospecha que se ha sembrado. Este verdadero clima de mediocridad se ha generado por las acusaciones de quienes parecen no aceptar la derrota, denunciando un presunto complot o plan terrorífico para robarles la elección.
Es la conducta típica del mal perdedor, del que discute los resultados cuando no le son favorables, del que sospecha siempre de todo y de todos. Como dice el refrán, es también el comportamiento del que piensa que todos son de su condición.
Esta conducta de pretender contaminar los resultados de una elección, de mentir con la misma espontaneidad con que se respira, de acusar y teñir de fraude lo que no le beneficia, no perjudica a un candidato o partido, daña a la provincia toda y fundamentalmente al sistema democrático.
Resulta inadmisible que quien es vencido en las urnas pretenda luego con calumnias y sospechas obtener lo que no consiguió con los votos. Hay que tener mucha prudencia, porque la ponzoña que se inyecta con este tipo de conductas puede transformarse en algo mucho más grave aún, afectando la confianza, la tranquilidad y paz social.
Empujar a la sociedad a la desconfianza, a la sospecha, a descreer de todo daña esencialmente la estructura democrática. El egoísmo personal de algunos políticos, los apetitos desmedidos, las aspiraciones calumniosas y la indignidad manifiesta no debe ni puede confundirnos.
Nadie puede pensar que la democracia es esto, aunque algunos indirectamente quieran convencernos con sus sospechas infundadas. Lo dijo Platón, la democracia “es el peor de los buenos gobiernos, pero es el mejor entre los malos”.
Y no hay dudas, es democrático también aceptar la derrota. El clima de mediocridad que se ha instalado con todo este juego de acusaciones, movilizaciones e imputaciones sólo confirma la incapacidad de algunos de sobresalir por su ingenio, por sus virtudes o por sus obras. Tampoco por el voto.-
1 comentarios / Hacer un comentario:
Recien hoy lei su cronica sobre el clima de la mediocridad y me parece francamente espectacular!!. Felicitaciones, ahora voy a ir leyendo las otras. Mariano
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