En diversos operativos de control realizados por la AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos) en las provincias de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, se detectaron numerosos casos de trabajadores en condiciones de explotación laboral que rozan la esclavitud.
Los casos fueron encontrados en las localidades cordobesas de Villa Dolores, Montecristo y Río Primero; Saladero Cabal, Vera y Pintado de la provincia de Santa Fe; y Chacabuco, Ascensión, O´Higgins y La Plata de la provincia de Buenos Aires, donde un centenar de trabajadores desempeñaban sus funciones laborales en condiciones sumamente precarias e indignas.
Según las declaraciones periodísticas de los responsables de estos procedimientos, las jornadas de trabajo eran de un mínimo de 12 horas, vivían en el mismo lugar con sus familias sin agua potable ni condiciones de salud e higiene, no estaban registrados por lo que no cuentan con obra social ni aportes jubilatorios y percibían un salario mínimo para la labor que desarrollaban.
En Córdoba la mayoría de los trabajadores esclavizados estaban en cortaderos de ladrillos, en Santa Fe en el rubro de aserraderos y extracción de productos forestales, y en la provincia de Buenos Aires, en la producción y venta de frutas, verduras y hortalizas.
Si bien el comunicado oficial sobre estos operativos ha tomado particular trascendencia y repercusión en los medios de comunicación, tal vez por el momento político que empezamos a transitar, nada de esta noticia es nuevo ya que todos sabemos con absoluta certeza que esto pasa a lo largo y ancho de nuestro país, y no solamente en los rubros que hemos referido, sino también en muchos otros como la industria textil, las actividades agropecuarias, la construcción, la seguridad, etc.
También sabemos que muchos de estos obreros o trabajadores esclavos son extranjeros, por lo que de una vez por todas tenemos que definir con seriedad la política de inmigración en Argentina y dejar de ser el país donde cualquiera entra como quiere, por donde quiere y cuando quiere.
Si la decisión política es verdaderamente combatir el trabajo “en negro” o no registrado y evitar estos casos aberrantes de esclavitud laboral, también debemos atender de manera urgente la grave problemática de la inmigración sin control y a mansalva, porque mucho tiene que ver con estas situaciones de explotación planteadas, donde cualquier delincuente, como los negreros esclavistas de antaño, se hace de trabajadores a un bajísimo costo.
Aquellas sucias y oscuras barracas, hoy están siendo ocupadas por estos nuevos esclavos, los esclavos del Siglo XXI.-
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