Después de que la oposición logró con quórum propio llevar adelante la sesión en la Cámara de Diputados para que juren los nuevos legisladores, otra demostración más de la intolerancia, soberbia y violencia política del matrimonio presidencial, vuelven a repetirse declaraciones del Jefe de Gabinete Aníbal Fernández, sobre la posibilidad de que “la presidenta aplique el veto si se aprueban leyes con las que no esté de acuerdo”.
El veto es una facultad presidencial prevista en la Constitución Nacional, que al igual que la propuesta de leyes, integra la función legislativa del Poder Ejecutivo. Eso nadie puede negarlo, pero de ahí a que se lo esté reiterando una y otra vez, hay una gran distancia, porque en la insistencia, oportunidad y manera de afirmación se aprecia un contenido amenazante que mucho dista de lo esperable en cualquier sistema democrático.
Son actitudes, maneras y comportamientos que en realidad ya no deberían sorprendernos, porque este gobierno las viene imponiendo desde los inicios en su primera gestión, ya que como matrimonio presidencial este período constituye claramente un segundo mandato de los Kirchner. La tendencia a perpetuarse en el poder -con este jueguito perverso de ir alternándose uno después del otro- es más que evidente y sólo demuestra las condiciones patológicas de quienes se creen los dueños del país y peor aún, los dueños de la verdad.
El escándalo que generaron en la Cámara de Diputados, con sus acuerdos iniciales y desacuerdos posteriores por los caprichos y prepotencia de Néstor Kirchner, saca a la luz una vez más la calidad y conducta de las personas que conducen, y aspiran a seguir haciéndolo, los destinos de todos.
Mientras los diputados oficialistas -esperando el último guiño del todopoderoso- definían si bajaban o no al recinto, y la oposición iniciaba la sesión, el canal estatal transmitía increíblemente un partido de fútbol. Más allá de la segura trascendencia nacional del encuentro deportivo, me preguntaba dónde estarían aquellos que tanto han hablado y escrito sobre la ley de medios, la defensa de la libertad de expresión, la necesidad de combatir a los monopolios de la prensa, el derecho a la información pública, escuchar a la otra voz y todo eso. ¿En qué cueva se habrán escondido los que sostenían que este gobierno perseguía fines nobles con la sanción de la nueva ley de medios audiovisuales?, ¿será que esto es la libertad de expresión, información pública y todo ese bagaje de mentiras que afirmaban como ciertas?.
Esto no es ni más ni menos que otro despreciable botón de muestra, que viene a sumarse a los ya conocidos sobre las conductas poco democráticas de este gobierno. Y aunque cada día son más evidentes, nunca faltan los necios, ingenuos e ignorantes que sostienen, creen y repiten sus mentiras como si fueran realmente verdades. Afortunadamente, cada vez son menos.
Amenazar con el cuco del veto presidencial, que por otro lado no es absoluto ya que si las Cámaras lo confirman por mayoría de dos tercios de votos el proyecto es ley, definir a la oposición como “un rejuntado porque tienen un número circunstancial”, o manejar a su antojo los medios estatales y la información pública, entre tantos otros elementos y calificativos, sólo suma puntos para confirmar las amenazas y el estilo de un gobierno que agoniza.-
Abogado. Procurador. Diplomado en Derecho Penal, Seguridad Ciudadana, Ciencias Forenses y Perfilación Criminal. Diplomando en Derechos Humanos (UPC). Se ha especializado en temas policiales, criminológicos y jurídicos. Ha escrito cientos de artículos periodísticos y columnas de opinión para diversos medios gráficos y digitales. Fue Director del periódico "El Observador", conductor del ciclo político "El Observador Radial", entre otros tantos, Director Periodístico y Director General de diversas emisoras radiales. Es autor de los libros "El Incesto. Enfoque Sociocriminológico" y "Dos vidas en un crimen: Todo el caso Ceppi". Actualmente se encuentra en la etapa final su próximo libro que describe una vez más la mentalidad y conducta homicida de un criminal argentino.