
La información brindada por los responsables de Prensa de la Policía de Córdoba, detalla entre lo secuestrado, “300 gramos de marihuana, dos dosis de LSD y psicofármacos” en un procedimiento de la Policía Caminera, “30 gramos de cocaína, 20 gramos de marihuana” en Barrio General Bustos, “100 gramos de cocaína, 30 de marihuana y un frasco con 100 pastillas” en Villa Cornú, “90 gramos de marihuana” en Mina Clavero, “10 gramos de marihuana” en Santa Rosa de Calamuchita, “7 envoltorios de cocaína” en Carlos Paz y “38 gramos de marihuana y 2 gramos de cocaína” en Nono.
En realidad, si consideramos las dimensiones de nuestra provincia, su población y el enorme caudal de turistas y visitantes ocasionales en estos días, vamos a concluir que las “importantes cantidades” secuestradas no son tales, y se trata de ínfimos porcentajes de lo que en realidad debe andar circulando por nuestro territorio.
Hace unos días, el Secretario de Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico de Córdoba, Sebastián García Díaz, elevó al Gobernador Schiaretti un informe alertando sobre el crecimiento del narcotráfico en la Provincia, la “favelización” de algunos barrios y la necesidad de exigir al Gobierno Nacional un Plan de Lucha contra el Narcotráfico.
En el informe se calcula que hay unos 5.000 “kiosquitos” o puestos de venta de marihuana en la Provincia, los que comercializarían entre 40 y 50 mil kilogramos por año de esa droga.
Más alarmante aún, resulta el cálculo estimativo de que sólo se ha secuestrado en el año 2009 un porcentaje del 0,4 % del total de marihuana que llega a la provincia de Córdoba.
La contundencia de estos números, una Policía totalmente desbordada, la falta de recursos de todo tipo, legislación adecuada y equipamientos tecnológicos, ponen en evidencia la magnitud de la gran derrota que sufrimos como sociedad en esta lucha desigual contra el narcotráfico. Y en rigor de verdad, también se advierte que son pocos o nulos los avances logrados en la prevención y la asistencia de quienes padecen estas adicciones.
Resulta obvio además considerar que existen otros tantos factores -como la innegable connivencia y complicidad policial, judicial y política- que juegan un rol indispensable en este perverso mecanismo delictivo que está carcomiendo las estructuras de todos nuestros estamentos sociales. Mientras algunos miran para otro lado, se hacen los que no ven ni escuchan, y ni se interesan por este verdadero flagelo, los “kiosquitos”, “narcos” y adictos se multiplican masivamente, con “drogas por aquí, drogas por allá”.-
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