busqué en mi archivo y encontré esta nota que publiqué en
"El OBSERVADOR" en setiembre de 1993.
A fines de abril de 1977, la policía de la Capital Federal detuvo al profesor de yoga Walter Julio Modenesi, quien diez años atrás había asesinado a una joven mujer, madre de dos hijos, “para sacar el demonio de su cuerpo y de su alma”. Modenesi había elegido como medio para su singular acto de exorcismo catorce puñaladas. ¿Quién era, en realidad Modenesi?. En Londres se había especializado en una línea del yoga orientada hacia los ritos de adoración a extrañas figuras tibetanas, y fundado posteriormente en Buenos Aires el denominado “Movimiento Trascendental de la Maitrega Yoga Ashram”, pero quedó bien claro que detrás de su actividad había una secta, con sede en Inglaterra, creada por el muy polémico Aleister Crowley. Si bien el caso de Modenesi es sólo un ejemplo, hechos de esta naturaleza se reiteran con cierta habitualidad en las crónicas policiales y con mayor abundancia en hechos que escapan normalmente a la acción represiva o a los medios de comunicación.
Grupos de tipo sectario, destructivos y perversos, funcionan libremente y sin ningún tipo de problemas en nuestro país –inclusive en Córdoba- y en casi toda Latinoamérica. Se trata de sectas que sin decirlo expresamente, -algunas sí- por sus actos, contenidos y ritos puede deducirse que adoran a Satanás.
El satanismo es el reverso del Cristianismo y ataca con mayor vigor las virtudes cristianas de la humildad y la pureza. A la primera, los satanistas oponen fuertemente el orgullo, y a la pureza la enfrentan con la satisfacción de todos los placeres de los sentidos, la negación de los sentimientos y la aniquilación de las pasiones a través de los castigos corporales.
Puede afirmarse que el satanismo es una práctica privativa de Europa, ni los grupos indígenas que habitaron América, ni los mestizos de diversa cruza ni los afroindios, conocieron el culto satanista, al menos en el sentido con que es practicado en el viejo mundo. El satanismo americano es sin duda una forma diluida y verdaderamente descargada de subjetividad diabólica. Su característica más notoria, como el caso de la patota comandada por Charles Manson en EE.UU., es el inconformismo, el odio a la sociedad constituida, un enorme frenesí destructivo y su rencor anárquico. Más que ser satanistas juegan a serlo, no así aquellos que sin denominarse admiradores de Satán, es indudable que sí lo son, como los miembros del Ku Klux Klan, por ejemplo.
Charles Manson y Jim Jones, el líder del grupo de Guyana, son los dos ejemplos más perfectos del anticristianismo, aunque el primero se hiciera llamar por sus seguidores “Jesucristo”. El exceso y el defecto son claros exponentes de lo que podríamos llamar el satanismo contemporáneo. Manson y sus acompañantes fueron los autores de la impresionante matanza de Cielo Drive, donde resultaron asesinados la esposa del director cinematográfico Roman Polanski y varios empleados de su residencia. Sharon Tate de 25 años y embarazada de ocho meses y medio, tenía un seno seccionado y 16 puñaladas. A su lado, colgaba un conocido peluquero de Hollywood Jay Sabring, que fue castrado, apuñalado siete veces y ultimado de un balazo en el rostro.
Hace unos años la ciudad de Córdoba se conmocionó por la noticia espeluznante de que una madre había asesinado a tres de sus hijos, de 12, 9 años y 6 meses. Pudo saberse que la misma practicaba magia negra y que luego de dar muerte a sus hijos “encendió velas al lado de cada uno de los cadáveres”. Era intención de la mujer eliminar también al marido y luego suicidarse. “Todos tenían que morir, quería muchísimo a mis hijos pero todos tenían que morir”, explicó la homicida.
En enero del año pasado (1992), una joven mujer de Rosario, decapitó a su hijo de tres años utilizando una cuchilla de regulares dimensiones como “tributo para lavar los pecados familiares”. La mujer pertenecía a una secta satánica y la muerte del niño, explicó fue un “tributo al dios para limpiar los pecados”.
La secta “Por un mundo mejor” o también llamada “Las ocho reinas” o “las reinas de la noche” que comenzó actuando en las localidades de San Isidro, Martínez y Don Torcuato de la provincia de Buenos Aires, es considerada una de las más destructivas, el líder necesita confirmar el sometimiento de sus integrantes y la aceptación de las normas que impone. Para ello somete sexualmente a sus fieles “purificándolas mediante distintas vejaciones que les hacen arrojar el mal en forma de vómitos”.
El grupo conocido como “La nueva era”, donde se habla de “armonía” y se proclama la alentadora frase “Tú puedes”, ha sido acusado, desde diversos sectores, de realizar actividades ocultistas y satánicas. Entre sus miembros se destacan artistas y diversas personalidades del mundo del espectáculo. Una ex integrante de este movimiento ha hecho declaraciones realmente estremecedoras: “Yo era una canalizadora de la Nueva Era. Esto quiere decir que recibía mensajes de parte de entidades cósmicas o maestros ascendidos. En realidad son demonios que ocultan su verdadero origen, mi padre era Rahum, arcángel de la orden de Jotsiel, del segundo rayo dorado”.
En Argentina funcionan numerosos grupos y sectas destructivas, con características de perversiones gravísimas, no sólo para los adultos que las conforman, sino también para los menores de edad que se encuentran inmersos en ese submundo, donde el lavado de cerebro, la destrucción del vínculo familiar, el sometimiento a servidumbre, el desmoronamiento de las estructuras morales y éticas son los procedimientos usados para con los nuevos integrantes, verdaderas víctimas, de estos grupos.-